Sería dificultoso en estos días, aún
para es más imaginativo de los Hermanos, concebir una imagen mental de las
Ceremonias de nuestra Orden siendo llevadas a cabo sin la asistencia de
aquellos de nuestros Hermanos que están distinguidos por el familiar emblema de
la Paloma
llevando una Rama de Olivo, el símbolo de la Paz y el Conocimiento.
Sin embargo, la adopción general del
Cargo de Diácono, así como lo conocemos hoy en día, es de un origen
relativamente moderno en las Logias que trabajan bajo la jurisdicción de la Gran Logia Unida de
Inglaterra. EN las antiguas Logias Escocesas e Irlandesas, los Diáconos eran
oficiales importantes y en los antiguos registros de una cuantas Logias
privadas Inglesas se encuentran referencias a los Diáconos desde lo parte
inicial del siglo dieciocho, pero estos Oficiales no fueron comúnmente
conocidos en Logias Inglesas trabajando bajo la Gran Logia Regular
hasta alrededor de ochenta años después.
Fue el 13 de Diciembre de 1809 que
los Hermanos de la Logia
de Promulgación decidieron que: “Se recomienden Diáconos que han sido
comprobados gracias a debida investigación de ser Oficiales no sólo antiguos
sino necesarios.”
El hecho de que, antes de ese
tiempo, el Hermano Diácono no haya sido considerado un Oficial necesario en la mayoría de las Logias Inglesas sugiere
que las respectivas Ceremonias de Hacer (Making), Aumentar y Exaltar a un Masón
deben haber sido extremadamente simples, con muy poca elaboración de naturaleza
ceremonial.
En
estos tiempos modernos, como bien se sabe, los deberes de los Diáconos son de
la mayor importancia. De hecho, si se ha
de decir que un Oficial de la
Logia es de mayor importancia que otro, seguramente sería el
Diácono. Se ha dicho muchas veces que son los Diáconos quienes conducen al
éxito o al fracaso de cualquiera de nuestras Ceremonias. Existe mucho de verdad
en ello. Así el trabajo del Maestro fuera imperfecto, titubeante y desprolijo,
el trabajo inteligente y correcto de los Diáconos servirá mucho para evitar una
impresión desfavorable del conjunto de los procedimientos. Por el contrario, es igualmente
cierto que, así el trabajo del Maestro fuera sumamente impresionante y
excelente, el efecto global de la
Ceremonia será inevitablemente destruido, si lo Diáconos
cumplen sus respectivos deberes de una manera descuidada y vacilante.
Debe
ser recordado que el Hermano Diácono está en el foco de la atención
prácticamente desde el principio hasta el final. Es el objetivo de todos los
ojos, por la simple razón de que está inmediatamente a cargo del Candidato, y
el Candidato es el centro de interés y atención.
Sin
eficiencia de parte de los Diáconos, no es exagerado decir sería imposible que
nuestras solemnes y hermosas Ceremonias produzcan el efecto deseado que siempre
deberían producir en el corazón y la mente del Candidato a cualquier Grado.
Cada
Diácono, Primero o Segundo, debe tener un profundo conocimiento del Ritual.
Para ser eficiente y confiable en el cumplimiento de sus importantes tareas
debería estar tan familiarizado con el Ritual de los Tres Grados como el propio
Maestro. El Diácono que está felizmente compenetrado con el Ritual sabe qué hacer, cómo hacerlo y cuando hacerlo. El
resultado será, por lo tanto, evitar cualquier embrollo embarazoso en los
procedimientos.
En
muchos sistemas de trabajo los Diáconos reciben frecuentes observaciones sobre
sus movimientos de parte del Maestro, una forma de proceder que puede
difícilmente decirse que añada dignidad a cualquier ceremonia solemne. En el
modo de Emulación, el sistema al cual estamos
abocados, ninguna interrupción de esta naturaleza empaña el desarrollo
sutil de la
Ceremonia. Se supone que el Hermano Diácono conoce su trabajo.
Suponiendo
que se trate del Diácono recientemente designado, para el que se escriben estas
palabras, y que haya adquirido ya alguna familiaridad con la fraseología de las
Ceremonias, probablemente llegará a descubrir que los deberes inherentes a su
Cargo son tales, que exigen un conocimiento adecuado de muchos detalles que no
se aprenden de ningún Ritual impreso. Así el Ritual impreso sea preciso en la
correcta fraseología de las Ceremonias, limitaciones de espacio impiden la
inclusión en el mismo de aquellas instrucciones esenciales sin las cuales el
joven Masón, recientemente posesionado o a punto de ser galardonado con un
collarín de Diácono, quedan en un estado de desconcertante incertidumbre.
Las
pautas y normas que se dan a continuación son brindadas para la guía de Diáconos
recientemente posesionados, pero he aquí que se recomienda a nuestros Hermanos
menores que solo existe un lugar, y solamente uno, donde puede adquirir el
conocimiento requerido para hacerlos dignos de cumplir adecuadamente las obligaciones de su Cargo. Ese lugar, está
demás decirlo, es dentro de una Logia de Instrucción regularmente constituida,
y bajo la Guía
de una competente y confiable Preceptor.
PAUTAS GENERALES PARA LOS DIACONOS
1. Al dar Instrucciones
La
instrucción al Cand. de c.c.e.p.i. debe ser susurrada o dicha en voz baja. De
igual manera las instrucciones sobre cómo debe posicionar sus p:. para los tres
p:.r:. para avanzar al ped. Del V.M. en el Primer Grado. La mayoría de las
instrucciones deben ser dichas claramente de manera suave.
2.
Al preguntar
No
susurre o murmulle. Hable clara y audiblemente de tal manera que las preguntas
puedan ser oídas por todos los Hermanos y ayudarán mucho para mantener la
atención de la asamblea concentrada en la Ceremonia.
3.
La Vara del Diácono
El
Diácono debe recordar que su Vara es su “Emblema del Cargo”. No debe usarla
como si fuera un bastón cuando camine por la Logia , ni como una muleta cuando está de pie. No
puede haber una visión más indigna en la Logia , que un Diácono que sujeta su vara con
ambas manos y se apoya sobre ella. Desafortunadamente este espectáculo es muy
común. La Vara
debe ser sostenida suave y naturalmente alrededor del centro, debiendo
sostenerse la base alrededor de una pulgada sobre el suelo al recorrer la Logia , y apoyarla suavemente
en el suelo al detenerse. El Diácono debe mantener su Vara perpendicular. Sobre todo,
debe mantenerla en su mano derecha y nunca equivocarse al respecto. Las únicas ocasiones cuando
el Diácono debe transferir su Vara a la mano izquierda es durante JJ:. y OORR:.
Cuando la m.d. puede estar ocupada. Con un poco de práctica, todos los SS:.
Pueden ser dados sin transferir la
Vara a la m.i. No es necesario que el 1.D. lleve su Vara consigo
cuando transporte el Libro de Actas desde la mesa del Secretario al ped. del
Maestro para su firma, ni que el 2.D. lleve su Vara consigo cuando se ocupe del
cambio de las P:. De T:., ni que ninguno de ellos la lleven cuando estén
cumpliendo sus funciones con respecto a un balotaje. En todo otro momento, los
Diáconos deben llevar sus Varas.
4.
Comportamiento General
Mantenga
una presencia alerta y marcial a través de la ceremonia. Los Diáconos pueden determinar la atención de
los Hermanos con su comportamiento. Manténgase
alerta. No permita que su pensamientos
vaguen o no actuará oportunamente. Siga el trabajo del V.M. y de los
VV:. De cerca.
5.
Movimientos de Giro con el Candidato
Se
puede ver mucha indecisión de los Diáconos cuando giran para alejarse del ped.
del V.M., y también en la esquina N.O.
de la Logia. Los
Diáconos deben recordar siempre que deben girar de tal manera que siempre se interpongan entre el Cand. y
el ped. del V.M. La única excepción a
esta regla es inmediatamente después de que un Cand. ha sido confiado con la G :. y P:. de P:. que lo habilite
para un Grado superior.
6.
SS:. del Candidato
Nunca
permite que un Cand. de una S:. hasta que haya dado primero el S:.P:. Siempre
instruya al Cand. suavemente a tomar el S:.P:. y, si es necesario, impida
cualquier S:. prematuro con su m.i.
7.
Balotajes
Cuando
existe un Balotaje para ser tomado, el 2.D. va adelante con las balotas, siendo
seguido por el 1.D. con la
Caja. El 2.D. debería dar la primera balota al P.V.I. para
proceder luego al S., a través del O., por el N. y de retorno al E., dando la
última balota al V.M.[1]
El 1.D. debería entregar la Caja
de Balotas primero al V.M. o P.V.I. para su examinación antes de proceder a
recolectar las balotas. Debe quedar absoluta certeza de que el compartimiento
“Negro” esté vacío antes de recolectar las balotas.
8.
Apertura y Clausura de la Logia
Es
deber del Segundo Diácono atender al cambio de las P:. de T:.[2]
9.
Actas
Cuando
el V.M. ha declarado las Actas como aprobadas, es deber del 1.D. transportar el
Libro de Actas desde la Mesa
del Secretario, presentarlo para su firma, y luego devolverlo al Secretario[3].
El
1.D. debe evitar apoyar el Libro de Actas sobre el V.L.S. (Ver Sección 3, en lo
referente a las Varas).
[1] Este es el método que se sigue en la Logia de Emulación y
Perfeccionamiento. En muchas Logias Regulares la práctica es que el 2.D. de la
primera Balota al V.M.
[2] Durante la Apertura y Clausura de la Logia en cualquier Grado, el
2.D. no
debe abandonar su lugar para ocuparse de la P. de T. hasta después de que el 2.V. ha
dado los GG.. Es de lamentar que en muchas de las Logias de Instrucción
reconocidas, se enseñe al 2.D. a cumplir con su deber inmediatamente después de
que el V.M. ha dado los GG., durante las Aperturas, o de que el 1.V. ha hecho
lo mismo durante las Clausuras, con el resultado de que, durante las Clausuras,
el 2.D. está causando confusión moviéndose por la Logia mientras el 2.V. está hablando.
Un Ceremonial digno y ordenado requiere con seguridad que se permita al 2.V.
completar su parte de la
Ceremonia sin interrupción. EL argumento de que dicha
costumbre “ahorra tiempo” raya en lo
ridículo. El tiempo “ahorrado” no puede ser de más de dos o tres segundos. Una
pobre excusa para el sacrificio del decoro.
[3] En la
Logia de Emulación y Perfeccionamiento esto no se hace, pues
las Actas no son firmadas.
1 comentario:
Q. Hno. no olvide publicar la fuente, tal cual lo hiciste en tus anteriores publicaciones,
Publicar un comentario